EL IDEARIO MASÓNICO A TRAVÉS DEL BOLETÍN
OFICIAL DEL GRAN ORIENTE DE ESPAÑA (1876-1881)
Sintetizamos el ideario masónico
reflejado en las páginas del Boletín Oficial del Gran Oriente de España (BOGODE)
entre los años 1876-1881:
1º La Masonería como Institución. Sus fines
y objetivos. Su defensa y su anhelada unión.
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El pensamiento masónico
establecía que a diferencia de las religiones y los partidos cuyo fin no era
perdurable, la Masonería había acompañado a la Humanidad desde sus orígenes
puesto que su misión comprendía a todas las edades históricas, marchaba a la
vanguardia del progreso humano y aspiraba a ejercer en el mundo su
influencia por los caminos de la virtud por cuanto era trascendental para el
progreso regular y ordenado de la sociedad profana. Con esta fe en el fin
universal de la Institución, el masón se consagraba al servicio de la
prosperidad de sus congéneres.
Ilustración sobre la contribución de la
Masonería a la Hermandad de todos los pueblos |
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A mayor abundamiento, un rasgo
fundamental que definía a la Masonería, era el ser una Institución
caritativa y humanitaria y que esperaba ver realizados mediante la
fraternal unión de todos los hombres, los bellos ideales de la Humanidad:
Amor a la patria, amor a la libertad, respeto a la Justicia y amor al
Creador.
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Y además al ser una
institución progresiva en su más alto sentido a lo largo del tiempo, había
sido destructora de las tiranías y afirmaciones políticas, sociales y
religiosas que se habían realizado, sin su concurso jamás se hubieran
obtenido. De ahí que se afirmase que la Humanidad tenía una deuda con la
Masonería.
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Por otra parte, era
imprescindible defender la Institución frente a los ataques que recibía por
parte de las autoridades civiles y religiosas y más aún cuando al frente de
ella se encontraban personalidades políticas de la envergadura de Sagasta.
La Orden había sido mal juzgada por no ser conocida. Si se la creía enemiga
del cristianismo era por el error interesado o por una opinión crasa.
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En cuanto a la unión de
los masones es una idea persistente que recorre abundantemente las páginas
del Boletín. Fragmentación escandalosa contra las sagradas leyes de
la Institución, en las que la soberanía sobre cada territorio nacional sólo
podía ser ostentada por un Gran Oriente. El espectáculo de la Masonería
española no podía ser más lamentable, la contenderse el territorio hispano
diversos Grandes Orientes que se consideraban legítimos y regulares. La
anhelada unión de los masones no sólo era para cumplir con la legalidad o
regularidad masónica, sino también se imponía con vistas a ejercer
influencia en los destinos de la sociedad española.
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Respecto a la mujer, se
trataba de poner en evidencia su situación de inferioridad a causa de la
actuación egoísta del hombre.
2º División de la Historia y concepción
armónica del mundo a través de las leyes de la Naturaleza
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En el mundo siempre había
existido la lucha entre la libertad y la tiranía y en esa lucha la Orden
masónica que buscaba la paz y la tolerancia, condenaba la guerra como
expresión infernal de la fuerza bruta. La guerra debía ser sustituida
por Congresos Internacionales de arbitraje. Una explicación genérica sobre
las causas de la guerra se ajustaba a una realidad de individuos, no de
estructuras y así se explicaban como causas «las ambiciones desatinadas de
los poderosos, las supersticiones absurdas, excitadas por mezquinos
intereses o espíritus fanatizados».
3º La Masonería y su relación con la
Política
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Era una ley fundamental el
respeto a las autoridades políticas y civiles, al igual que en la logia no
podían suscitarse discusiones políticas ni tampoco la Masonería como tal
podía mezclarse en luchas partidistas. La Institución, respetando siempre la
legalidad política establecida, no aspiraba a dominar el mundo apoderándose
por la intriga o las conspiraciones de las riendas del Gobierno, porque su
misión era mucho más alta. Sobre la aparición de las revoluciones, ni las
precipitaba ni las detenía, pero en los tiempos de la reacción como en los
críticos momentos de las grandes agitaciones, dedicaba su actividad y
encaminaba sus esfuerzos a suavizar asperezas y evitar catástrofes que
«podían producirse con el choque de encontrados intereses y de pasiones
violentas».
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El masón debía ser el mejor
ciudadano en todos los terrenos, por su virtud y por sus conocimientos
basados en la moral. Y no debería admitirse a quien no ofreciera sólidas
garantías de virtudes cívicas.
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Consideraba al liberalismo
como el hijo querido de la Institución. Y de acuerdo con este concepto, el
masón debía luchar por la libertad de los pueblos, la independencia de los
poderes y las instituciones, es decir, cumplir el programa ideológico
liberal. Y todos los hombres podían tener cabida en la Institución siempre
que no fuesen enemigos de la libertad.
4º
Patriotismo, Nación y Fraternidad
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El patriotismo era admitido
por los masones como una ley fundamental dado el respeto que se debía atener
a la autoridad y el amor a la patria. Este patriotismo llevaba consigo la
defensa de la unidad de la misma.
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El masón debía amar su nación
y conservarla dado que el sentimiento de fraternidad universal no estaba
reñido con el sentimiento a su nación. La nación era un organismo social
necesario y era de necesidad absoluta para el progreso y bienestar de la
humanidad. Los atentados contra la independencia de la nación no podían
hacerse en nombre de principios liberales y civilizadores, puesto que la
fraternidad, última expresión y quintaesencia del liberalismo, odiaba
mortalmente las agresiones armadas y ya la civilización había condenado el
bárbaro derecho a la fuerza.
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Ante una agresión injusta, que
sería bárbara y criminal atacando la independencia de la patria, se debía
tener abnegación bastante para sacrificar los intereses individuales en aras
de la paz. Si bien dejaba una puerta abierta a la defensa armada si con
aquella actitud lastimaba los intereses de la patria y el bienestar de sus
conciudadanos.
5º
La Masonería y la Religión
· La creencia racional en un Ser
Supremo como Padre omnipotente era consustancial con la doctrina masónica. Y
Dios no sólo era el creador sino que también era civilizador y regenerador,
porque estatuía la paz y el amor entre los hombres, que debían considerarse
iguales y por tanto se rechazaba «el orgullo, la superioridad, las falsas
glorias, la usurpación de la soberanía por el derecho de conquista o de
nacimiento».
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En cuanto a la admisión en la
Masonería, podían conseguirla todos aquéllos que creyesen en un principio
Supremo Creador y estuvieran llenos de humanismo. En consecuencia, se
admitían todos los credos religiosos.
Extractado de: Eduardo
Enríquez del Árbol (catedrático de Historia Contemporánea, Universidad de Granada), “El pensamiento
masónico-político de Sagasta como Gran Maestre del Gran Oriente de España
(1876-1881)”, en J. A. Ferrer Benimeli, (coord.), La masonería española
en la época de Sagasta, XI Symposium Internacional de Historia de la
Masonería Española, Logroño, 2007, vol. I, pp. 369-399.
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